Un hombre que transforma residuos de hojalata en artefactos de uso común y genera empleos, es la historia de Fermín María, quien vivía en una casita techada de zinc, desde los 10 años vendía en la calle y a los 13 era la cabeza de su hogar.
Con el paso del tiempo, compró materiales para hacer trabajos de hojalatería, oficio que aprendió solo, siendo hoy en día su sustento. Enseña a los muchachos de su barrio, Simón Bolívar, brindando oportunidades para aquellos sumidos en el desempleo. También brinda apoyo al club deportivo de la zona.
Compra láminas de metal industrializadas, que son desechos de latas en proceso de producción, dando utilidad a ese material que tanto daño puede ocasionar al medio ambiente. Luego las transforma en guayos, anafes, alcancías y güiras, estas últimas muy demandadas por los turistas.
En su misión de contribuir a reciclar materiales que afectan nuestro medio ambiente, también compra el sobrante del Alucín, material utilizado para fabricar zinc industrial y puertas de casas. “Estos sobrantes no son biodegradables y las empresas lo desechan, nosotros le damos un valor agregado al comprarlo, por quintal o por lote, y convertirlo en algo útil. Fabricamos utensilios como cucharones para frituras, moldes para hornear y anafes.”
“Las cosas que no me sirven no las boto, las guardo en tanques y las llevo a Metaldom”, dijo Fermín quien trata de preservar el medioambiente con sus medidas preventivas.
Con 30 años en este ejercicio, vende a tiendas en Villa Consuelo, gift shops turísticos y al Mercado Modelo. El negocio ha crecido tanto que genera empleos indirectos de hasta 45 vendedores.
Don Fermín tiene una hermosa familia, su esposa con quien procreó dos hijos que ahora tienen 26 y 32 años de edad, una con una condición especial, lo que lo hace esforzarse más para darle lo mejor y cuidar su salud.
Su visión empresarial lo ha llevado a tener un local frente a su casa y en su taller de hojalatería, “El Varón de Dios”, emplea a tres jóvenes, dos son familiares. Además compró un camión que le permite transportar más mercancía.
Su taller de hojalatería le deja buenos frutos, pues ahora posee tres propiedades más.
“La clave del éxito está en primero dar gracias a Dios porque soy un hombre cristiano, y porque soy positivo. El dinero se produce trabajando, no haciendo esquinas”,