“Soy una persona independiente que siempre me han gustado los negocios”, expresa Martina, quien comenzó en su casa el comercio de ropa de paca, una atractiva opción de sustento para aquellas personas que no encuentran empleo y que como ella desean ayudar a su esposo.
“Vendo ropa para damas, caballeros y niños y algunas prendas para la casa como manteles, colchas, sábanas, etc. Además le he incluido al negocio unas vitrinas para vender accesorios, así le tengo opciones a las mujeres para adornar sus ropas”, cuenta muy orgullosa y con una sonrisa que deja entre ver que ha tomado buenas decisiones.
“No podía cruzarme de brazos y me arriesgué”. Todo se facilitó cuando le hablaron del microcrédito, donde además la capacitaron sobre ventas y desarrollo empresarial. “Ahora veo los frutos, un negocio estable, en un local apropiado y con una buena clientela.”
Martina de 53 años, no pudo alcanzar su más preciado sueño, tener sus hijos, pero es tan persistente en lo que quiere que se convirtió en madre de una niña adoptada. Se le acercó una familia de muy escasos recursos, que conocía y que no podían criar a cinco hijos que tenían y Martina ofreció criar a la niña.
Esa niña se convirtió en el motor que Martina necesitaba para motivar su día a día. A veces debe sacrificar tiempo de calidad con su esposo e hija para atender a los clientes, pero al final del día se siente completa por compartir ambas funciones.
Para mantener a sus clientes satisfechos y siempre encontrando lo que buscan y necesitan, se traslada a diferentes lugares para comprar buenas pacas y para variar la mercancía.
Su vena de negociante y los cursos realizados le orientan para saber cuándo es el momento de hacer ofertas y cuando debe cambiar la mercancía y qué hacer con la que no tiene salida, como llevarla a los mercados y venderla por lote.
Las ventas mensuales le permiten resolver todos los compromisos y cuando su esposo no está trabajando, porque es chofer de transporte escolar, ella se hace cargo de los gastos de la casa.
El microcrédito le sirvió para poner un local cerca del hogar, sacando el negocio de dentro de la casa. Su próximo paso es elevar el negocio a otra categoría, pasar de ropa usada a nueva, pero asequible. “Me gustaría viajar y poder traer mercancía nueva desde otro país”.