Al perfeccionar sus técnicas mediante contratos en Europa y Sudamérica, este escultor y artesano ha ornamentado obras de importancia en nuestro país.
Rafael Sano, un hombre incansable, creativo y persistente, desde muy joven se sintió atraído por lo artesanal, lo que le llevó a iniciar sus primeros trabajos con barro a la edad de 18 años. Luego empezó a practicar con reciclaje de plástico y fibra de vidrio hasta que empezó a hacer artesanías utilizando estas técnicas.
Por las vueltas que da la vida, le tocó viajar a España por medio de un hermano con un contrato de un año para restaurar la Catedral de Valencia. También se fue con un circo a Colombia para hacerles la estructura nueva que era toda en fibra de vidrio. Estas experiencias le permitieron conocer nuevas técnicas y aprendió a trabajar con silicona, la goma que se usa para hacer molde, lo cual le abrió nuevas puertas para realizar grandes obras.
Finalizado su contrato, retornó al país con la firme idea de crear su empresa y dar riendas sueltas a su creatividad e inspiración. Con esas dos habilidades ha logrado realizar obras conocidas, como la estatua de Peña Gómez que está en el puente de la 17, las estatuas de los faraones que estaban colocadas a la entrada del Casino del antiguo hotel Hilton en el Malecón y estatuas para casas y villas de peloteros famosos.
Realiza trabajos para el ayuntamiento de boca chica, para hoteles de Punta Cana como Bávaro Princess y ha hecho esculturas y trofeos para el ejército, diseñados con el emblema de cada batallón.
Hoy en día, con su empresa Altifibra, se dedica a la manufactura de lámparas decorativas, diseños de muebles, artesanías, esculturas en barro y otros materiales. Ha logrado crecer y ampliar su negocio gracias al microcrédito, adquiriendo las herramientas y maquinarias necesarias.
Este innovador y talentoso artesano, que tiene en su haber esta larga lista de trabajos de alto perfil ejecutados, sueña con realizar un gran aporte a su comunidad, enseñar su oficio a los jóvenes en edad productiva.
Con este objetivo sus últimos préstamos los ha invertido en la adecuación de un espacio al lado de su casa, para convertirlo en un taller-escuela permitiendo a jóvenes que trabajen con él en los proyectos y así generar sus ingresos para que no se vean tentados por la delincuencia.