Familia que trabaja y progresa unida permanece unida. Con el próspero negocio familiar forjó a sus cuatro hijos como médicos y los mantiene integrados al mismo.
Esta hermosa empresa familiar surge tras el sacrificio, de una madre abnegada que deseaba dar lo mejor a sus hijos y la preparación y trabajo de un hombre honesto y amoroso. Es así que en el año 1990, tras atravesar una crisis económica y de salud, la cual le llevó a realizarse una cirugía delicada del colón, Virginia Jaqueline, tenía claro que de alguna manera debía ayudar a su esposo a sacar la familia adelante.
En pijama y sin poder estar parada o sentada por mucho tiempo, por su salud, asistió a una reunión para conocer cómo acceder al microcrédito. Esto le cambió la vida. Se empoderó, buscó un pequeño local en alquiler donde apenas cabían dos personas y muy escaso mobiliario. Decidió que allí iniciaría Óptica Jael. Sin mucha mercancía y con mochila al hombro, repartiendo volantes, dio los primeros pasos de promoción de su negocio, en el que su esposo, optómetra, examinaría a los clientes.
Luego tras unos años de trabajo arduo ganándose la clientela, entendieron que debían ampliar el negocio. A través del microcrédito reunieron 200,000 pesos, que fueron el inicial para la compra del local donde actualmente está instalada la óptica. Lo remodeló y adaptó a la visión que tenía.
Trabajando codo a codo con su esposo, pagaron el local, compraron su casa, un terreno para parqueo de los clientes y lo que más atesoran, costearon la educación de sus cuatro hijos, médicos en optometría, medicina general, laboratorista y odontología, titulados en universidades privadas y quienes, a pesar de las múltiples ocupaciones, ofreciendo servicios públicos en otros centros, forman parte del Staff de la óptica.
Realiza obra social con el asilo 24 de Abril de Los Alcarrizos, donde donan los lentes a aquellos que no pueden pagar y a otros se les cobra un monto mínimo. “Seleccionamos a personas que realmente lo necesitan y realizamos la donación”, afirma.
“Este negocio es un proyecto de Dios para mi familia”, así define doña Virginia el emprendimiento que le permitió sustentar la economía de su hogar, ofreciéndoles una educación y vida digna a sus hijos. Hoy en día su éxito y responsabilidad social es un ejemplo a seguir para las mujeres de su localidad.