Canquiñas, piloncitos, paletas, palitos de coco, dulces rayados y la más amplia variedad de sabores y colores conforman “el azucarado mundo” de doña Cacimira Rosario y su familia. Años atrás trabajaba junto a su esposo en una fábrica de dulces hasta que decidió tomar un préstamo, y con ese fondo comenzaron a “tirar caramelos”, como se dice en el mundo de los confiteros. Hoy son 10 personas trabajando en Dulcería Rondón y llevan 14 años produciendo y comercializando sus productos a todo el país e internacionalmente.
Cacimira afirma que la clave del éxito de su empresa es: Tener fe en Dios, el trabajo en equipo, unión y apoyo familiar, mantener la calidad del producto y realizar una entrega a tiempo.
En sus inicios estaban en Santo Domingo, dónde lograron captar a sus principales compradores. Luego de la pandemia, buscando equilibrar la economía, decidieron trasladar la fábrica al pueblo de Cotuí, de donde es oriundo Rondón, esposo de Cacimira. Allí han abierto la oportunidad de trabajo a 8 personas de la comunidad. Empezaron produciendo caramelos en forma de pilón, hoy en día cuentan con una amplia gama de dulces que incluyen la paleta del chavo, caramelos en diferentes formas y productos personalizados estacionales, como por ejemplo dulces en forma de pinitos y bastoncitos para navidad.
Esta empresa en cuya gestión se involucran varios miembros de la familia, que incluye a cuñados y sobrinos, le debe gran parte de su éxito y permanencia en el mercado a la armonía y equilibrio, donde cada uno aporta sus habilidades para satisfacer la demanda.
Sus productos son distribuidos en las principales paradas de autobuses del país en localidades como: Santo Domingo, Bonao, La Romana, etc. Han exportado y han sido reconocidos localmente con premios de calidad. Sus productos han sido reseñados en publicaciones locales.
Dentro de las innovaciones implementadas recientemente está la venta de los dulces a través de aplicaciones móviles como Whatsapp, promover por las redes sociales y ofrecer la facilidad del delivery al cliente.
Su plan a corto plazo incluye retomar el tema de la exportación de dulces, comprar el terreno donde hoy está la fábrica en Cotuí, agrandarla y hacerla en cemento completa. Sumar un nuevo producto: Palomitas de maíz dulce y comprar la herramienta con la cual se elabora. En esa misma medida, contratar más personal para la elaboración y distribución de los mismos. ¡Su futuro se ve dulce!